UN DIA MAS

- Aló.

- Hola mamasota.

- Hola, ¿cómo estás?

- Borrachito.

- ¿Y eso?

- ¿te acuerdas de mis amigos del llano?

- Si.

- Pues hemos tomado desde ayer en la tarde.

- Umm, pero que rico.

- Si.

- Pues me alegra mucho que la hayas pasado bien.

- ¿Por qué no vienes a consentirme?

- Listo, yo voy, pero no antes de dos horas.

- No, ven ya.

- No puedo, ni siquiera me he bañado.

Casi tres horas después, estaba con él. Al llegar, encontré a cuatro hombres enguayabados, tirados por toda la sala. Cuando me acomodé empecé a sentir la misma energía. Llegó un domicilio con una caja de aguardiente. Para cuando me tomé la tercera ya tenía la misma energía de todos.

Nadie se paraba para nada. Si querías fumar y botar la ceniza habían dos opciones: la primera era botarla en algún objeto cercano a ti, lo que fuera, un papel, un cuaderno, un zapato, lo que quisieras, nada mas allá de 50 centímetros a "tu" redonda. La segunda opción era pedir a quien tuviera un cenicero que te lo pasara. El que lo tuviera no se iba a parar a pasártelo, No, nunca. Solo iba a estirar su brazo cuanto mas pudiera pero si al estirar el tuyo no lo alcanzaba, el problema finalmente era tuyo y solo tuyo. Podías pedir que te lo lanzaran. Y así era como recibías todo.

conversación normal en ese ambiente:

- Carlos, necesito hacer una llamada.

- Tome huevón el teléfono.

- Hermano marque que usted está junto al teléfono.

- No, está mas cerca usted.

Acto seguido el teléfono volaba por el aire hasta caer a tu lado o en el peor de los casos encima de ti.

Así volaron zapatos, cigarrillos, encendedores, etc.

Me mostró su muñeca. Tenía el típico intento de cortarse las venas. Cogí su brazo tomándolo con cuidado.

- umm pobrecito nene.

Me incliné hacia su muñeca y le di un beso muy suave.

- ¿Por qué? Le pregunté.

- Quería saber hasta donde podía llegar.

- Y ¿qué tal?

- No aguanté mucho, me dolía.

- ¿Con que fue?

- Con una cuchilla.

- ¿Cuando?

- El jueves en la noche, estaba solo en mi casa.

- La próxima vez lo haces conmigo ¿si?

- Bueno listo.

- ¿Alguien se dio cuenta?

- Si, en mi casa, pero le dije a mi mama que me corté haciendo el escudo del colegio que por cierto no lo he hecho y tengo que llevarlo el lunes al colegio, ¿me vas a ayudar?

- Claro.

- Pero y que dijeron en tu casa.

- No, pues mi mamá me hizo curación, porque estaba todo lleno de sangre. Y en el colegio también se dieron cuenta algunos.

- ¿Y que pasó?

- Nada.

- Ah bueno.

- Tú eres la única que me entiende esto. Todos ellos (sus amigos) se dieron cuenta y todos me han regañado y se ponen muy bravos conmigo.

- No, yo si te entiendo.

Si, entiendo esa energía suicida que habita en mi. Se apodera de mis pensamientos y me inunda de desesperanza, el deseo de no "tener" que seguir un instante mas acá. ¿Porque tengo que levantarme a guerrearla cada día? A veces no se como hacerlo y así pasan los días. Y también quiero coger un bisturí y acabar con todo de una vez. Quiero saber lo que es eso. Pero saber que no tengo escapatoria, que no hay mas vida. Que este ya es el final. No quiero cortarme para saber que quedé con una gran cicatriz. Inmadurez, debilidad. Pero creo que nadie quiere saberlo, tapemos el sol con un dedo, digamos que no existe, no importa, actuemos un día mas.