
Pasé a buscar a Edilberto, lo extrañaba.
Ya que estoy acá querido amigo vengo a cobrarte aquella media de aguardiente que me debes por aquella insulsa apuesta que hicimos algún día. El se ríe y dice que luego me la paga. Llegan algunas amigas y vamos todos hasta Papyros.
A las once de la noche, las viejas se empiezan a ir y quedamos los dos con Nadia. Avanzada la noche, la confianza y los tragos hice lo que quería hacer desde hace mucho tiempo, lloré.
Le comenté algunas de mis razones para haber dejado a mi novio, mi amigo se dedicó a decirme lo que pensaba:
- Bien hecho, llore por boba, eso le pasa por boba, él es un muy buen tipo y solo una boba como usted es capaz de dejarlo, boba-.
Después de un rato me vio tan mal que me abrazó con fuerza y puso mi cabeza sobre su hombro para consolarme. Estando allí por un segundo me di cuenta que nunca me había acercado tanto, sentía profundamente su aroma. Casi estuve tentada a acariciarle el cabello para sentir que tan suave era.
Me ardían los ojos y las mejillas por el calor de mis lágrimas. Nadia ya estaba cansada y quería irse, la acompañamos hasta la puerta de su casa y caminamos hacia la avenida.
Cuando está borracho, suele insistir por una cerveza mas, entramos hasta otro chuzo de rock.
Pedida la cerveza un incómodo silencio nos acompañó un par de minutos. Por primera vez solos, tan amigos, tanto tiempo y sin saber que decir. Empiezo a contarle lo primero que se me cruzó por la cabeza:
- ¿No te había contado que terminé de leer mi libro?
- ¿Cuál?
- Sexus, de Henry Miller.
- ¿Qué tal?
- Buenísimo.
- ¿Y a ti te gusta?
- ¿Qué?
- El sexo.
- Claro que me gusta.
- ¿Por qué?
- La verdad no se porque, pero si me gusta mucho.
- ¿Y yo?
- ¿Tu que?
- ¿Yo te gusto? - maricaaaa! qué es esto? amiguito, nos sumergimos en caminos peligrosos! No debo pensar mal, él lleva solo mucho tiempo, de pronto le hace falta que se lo digan- claro... tú me gustas... tú te mereces una buena vieja...
- ¿Qué te gusta de mi?
- ...No se... - La conversación cada vez mas rara... o mas clara?
- A mi usted siempre me ha gustado.
La verdad no pude evitar el sonreír, y dirán que mucha perdida, vagabunda, falsa, lo que sea, pero no pude dejar de reír, me parecía inaudito, lo imaginaba, pero no creí que alguna vez lo dijera. Y mientras tanto, él siguió:
- Yo la deseo... la deseo desde hace tiempo... y también la he respetado... por que usted era la novia de mi amigo y él es un tipazo... pero hasta acá me puedo aguantar.
Con cara de escéptica, lo miraba y parpadeaba, y cuando lo hacía, me ardían los ojos. Hace poco estaba llorando por mi exnovio, lloraba y él me consolaba, ahora me dice todo esto. Mientras él hablaba, yo incómoda intentando ausentarme de sus palabras, miraba a un punto fijo, algo así como borde guardaescobas, esquina superior derecha.
Apoyé mi cara sobre mi mano derecha, bloqueando así su mirada insistente, mientras mi ego quería continuar en este juego.
Lo necesitaba, tantos días lo pasé tan mal, estuve tan triste y ahora mi amigo me dice todo esto... y así continuó:
- Angie, yo he soñado con usted, yo he tenido sueños húmedos con usted.
- Edilberto, pero yo he sido su amiga, o no he sido su amiga?- (y eso es totalmente cierto, yo nunca lo ví como algo mas, yo ni lo quería ver como un hombre, casi que lo veía como un ser asexuado)
- Si yo se, pero es que usted cree que no la he visto? yo conozco muy bien su cuerpo, cuando fuimos al Peñón yo la vi, yo vi sus senos, su cintura, su cola, sus caderas, Yo la he visto...
- Edilberto ¿yo no he sido una amiga incondicional?, ¿por qué me dice todo esto?
- Porque yo quiero estar con usted, yo quiero saber a que saben sus labios, y yo creo que usted en la cama lo debe hacer muy rico. Quiero que me dé un beso.
- No. - Respondí sin pensarlo
- ¿Porqué no? - Preguntó
- Porque no quiero.
- Yo no le he gustado entonces. ¿Acaso usted no se fijaba en mi? Pues...¡Entonces! ¿Que es lo que tiene que pensar?
- Todavía mis ojos me sabían a dolor, a recuerdos, y él pretendía que me montara de un momento a otro en semejante vídeo. Yo lo quiero como un amigo. Aunque... de pronto empiezo a acordarme de algunos momentos en que quizás pudo ser diferente... - Creo que algunas veces sentí celos. - Le confesé.
- ¿Cuando?
- Cuando usted salía con viejas con las que yo no estaba de acuerdo, y en especial cuando viajamos con Claudia.
- Yo si lo sentí, y además me lo dijeron.
- ¿Qué te dijeron? - Eso no lo podía creer.
- Que usted estaba enamorada de mí.
- ¿Quién te dijo eso?
- Varios lo dijeron.
- Dime alguien, al menos uno solo que lo haya dicho.
- Mckencie.
- ¿Qué te dijo?
- Que usted no me miraba de una forma normal y era porque yo le gustaba y usted era muy obvia.
- No lo creo. - Y en realidad no lo creo.
- Sí.
- ¿Y cuando te empecé a gustar yo? - Pregunté. Espíritus del mal alimenten este ego dolido y desgastado.
- Desde que la conocí usted me gustó, pero por ser la novia de mi amigo no quería pensar en eso, después como dos veces tuve sueños húmedos con usted, así que ahí se hizo más obvio, y después me masturbé y llegué a sentir muchas cosas pensando en usted.
Gracias amiguito que elocuentes y profundas palabras. Entonces dije:
- No te creo - Y era en serio, no le creía.
- Es que piensa... uno se masturba pensando en Natalia París, Tatiana de los Ríos, en modelos. Pero para masturbarme pensando en usted? es porque de verdad me gusta mucho.
Ya estaba como aburrida, estaba tan tarde, lo saqué del lugar. Todo el tiempo insistió en que le diera un beso, pero no le seguí la cuerda nunca, entonces me hizo prometer que cuando nos diéramos el primer beso ese día haríamos el amor. Lo prometí segura de que ese beso no se iba a dar nunca.
Hacía mucho frío así que le eché sobre los hombros la bata del colegio. Cuando me acerqué, me pidió que lo abrazara, para darle un poco de calor. Lo abracé sin traerlo a mi cuerpo, conservando la distancia y volteando la cara hacia un lado para que no me fuera a besar.
- No me abrace así, tengo frío, abráceme y acarícieme la espalda.
No lo iba a hacer... hasta que de pronto dijo:
- ¡Claro, que fastidio abrazar a Edilberto, que asco!
- Ya deja de decir pendejadas.
- Entonces regáleme un abracito. ¡Angie, regáleme un abrazo!
- Yo lo abrazo pero usted no hace nada.
Cuando lo abracé me apretó con mucha fuerza, me agarró de la ropa, mientras intentaba separarme, acarició mi espalda, metió su mano bajo la blusa y tocó cuanto más pudo... me separé con mas fuerza y lo empujé para que siguiéramos caminando. Cuando entre abrazos y pendejadas llegamos a la avenida me di cuenta de algo con lo cual no había contado.
Ya era muy tarde, tan tarde que a esa hora no pasaba ni un solo colectivo, el primero que pasaba había que esperarlo hasta las cinco de la mañana y eso... si pasaba temprano. Nos sentamos en el andén sobre la avenida y seguimos hablando bobadas. Edilberto me acercó la cara y nos besamos, una y otra vez, sentí sus labios extraños pero cálidos, sus besos eran tan diferentes a los labios que acostumbro besar.
Seguimos hablando como si nada hubiera sucedido y de pronto él dice:
- Marica la cagamos, marica la cagamos.
- ¿La cagamos?, ¿cómo que la cagamos?
¿Qué le pasa al mundo, el cosmos está invirtiendo las ecuaciones y eso es lo que generó semejantes fallas? pasaron algunos minutos de silencio, se me pasó la piedra y me coge un ataque de risa, al acordarme de aquellas sabias palabras: Marica la cagamos, marica la cagamos. Puede que la hubiéramos cagado pero ¿por qué no lo pensó antes? Me besa, me habla, y ahora pretende que nos echemos látigo juntos.
Si metió las patas, lo mínimo que pudo haber hecho fue disfrutarlo, ¿Pero esto? El de nuevo empieza a hablar:
- Si yo tuviera la oportunidad de hacerle el amor, se lo haría hasta que le doliera el cuerpo de tanto hacerlo, no la dejaría salir de mi habitación y en una noche me vendría dentro suyo unas cinco veces por poquito. La apretaría y mordería por todos lados. ¿Alguna vez has pensado en hacer un trío?
- Si, creo que todos lo hemos pensado alguna vez...
- ¿Y te gustaría hacer un trío conmigo y con alguien mas?
- No. ¿Sabe porque? Porque usted fue mi amigo desde hace mucho tiempo, y yo lo quiero mucho, lo quiero tanto, que si alguna vez le hiciera el amor se lo haría con todas las ganas pero a usted solo.
Por fin, mi colectivo, adios, gracias.